E46 Herculano: ¿Cuál es el tesoro que aun se espera encontrar en el mejor parque arqueológico?

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Herculano es otra joya de la arqueología. Si bien no cuenta con la infraestructura de una ciudad cosmopolita como Pompeya, su estado de conservación es aún superior. Por efecto de los vientos predominantes en los días de la erupción, la primera expulsión de material volcánico no impactó en Herculano. Este factor concedió un tiempo preciado para que la gran mayoría de sus cinco mil habitantes pudiesen escapar y, por otra parte, evitó el colapso de techos y paredes, algo que propició la muerte instantánea de muchos habitantes de Pompeya en las primeras horas de la catástrofe. Los pocos que decidieron quedarse se refugiaron en los fornicis, una serie de almacenes abovedados utilizados para guardar los barcos. En esa época la villa daba al mar, pero luego de la erupción, debido al material de sedimento, la costa se apartó cuatrocientos metros. En 1980 se encontraron allí más de trescientos esqueletos junto a sus pertenecías más valiosas. Murieron intoxicados por los gases del flujo piroclástico. Como te conté en el episodio de Pompeya, la ceniza que se depositó sobre los cadáveres se endureció y al pudrirse luego la carne dejó el espacio hueco que los arqueólogos rellenaron con yeso para conformar los moldes hoy expuestos en el sitio arqueológico. Herculano, en cambio, al estar mucho más cerca del Vesubio, recibió una lluvia de cenizas ardiendo, lo que hizo que los cuerpos se redujeran a huesos inmediatamente. Esos desechos volcánicos formaron, al unirse con la lluvia, un fango sólido y homogéneo que alcanzó hasta 25 metros de espesor convirtiéndose en un aislante perfecto.
Las excavaciones en Herculano comenzaron de manera fortuita. En 1709 el Duque de Elbeuf escuchó el rumor de un hombre que había descubierto antigüedades durante una perforación en su granja. El duque la compró, comenzó a cavar pozos y galerías subterráneas y se apropió de cuanto encontró: estatuas, columnas y mármoles que utilizó para adornar su vivienda. Treinta años más tarde, bajo el patrocinio del Rey Carlos V, comenzó el primer trabajo serio de prospección, registro y exposición de los tesoros de Herculano. Luego, tras un período de inactividad, los labores se retomaron a principios del siglo XIX hasta finales del siglo XX, donde la política gubernamental de preservación comenzó a prevalecer por sobre la de excavación. Se entiende que es prioritario preservar el patrimonio descubierto que, sin la enorme capa de sedimento volcánico, está expuesto a la contaminación, humedad y excremento de aves. Sin embargo, hay quienes piensan distinto. En la Villa de los Papiros, una gigantesca residencia suburbana colmada de obras de arte, se encontró la única biblioteca de la antigüedad que ha sobrevivido, un acervo de 1.785 rollos de papiro parcialmente carbonizados que hoy pueden ser leídos gracias a la tecnología de imagen multiespectro. Los estudiosos de los papiros abogan por que continúen las excavaciones en este lugar. Allí piensan que podrían ser halladas más obras, como algunas de las tragedias de Sófocles, Esquilo y Eurípides, u otros textos griegos y latinos desconocidos.
Es un debate interesante y complejo. La conservación es un trabajo infinito. Por otra parte, podría haber bajo la tierra un Dante, un Shakespeare, un Borges de la antigüedad, que aún no hemos conocido y que, posiblemente, nos sea privado. El inconmensurable legado del Vesubio puede ser, también, efímero.