A sus 63 años, Gilberto Santa Rosa nombró los cinco cantantes que más odia
Автор: Celebridades en Secreto
Загружено: 2025-10-10
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A sus 63 años, Gilberto Santa Rosa nombró los cinco cantantes que más odia
¿Te imaginas que Gilberto Santa Rosa, a sus 63 años, decida romper el silencio y confesar por primera vez sus más escandalosos secretos? En este video revelaremos lo que nadie se atreve a contar: desde las polémicas que lo han perseguido —sus enfrentamientos con compañeros del género, rumores de rivalidades, acusaciones de ego desmedido, rupturas fulminantes— hasta los nombres de los cinco famosos que más odia en el medio artístico. Prepárate: Gilberto habla sin filtros. Vas a escuchar testimonios que estremecen, confesiones íntimas con vértigo, declaraciones explosivas que pondrán patas arriba lo que creías de tu ídolo salsero. ¿Quiénes son esos famosos que despertaron su odio? ¿Por qué se volvió su némesis? ¿Qué secretos guardó durante décadas y por fin hoy salen a la luz? Quédate, porque esto va a sacudir la vieja guardia de la salsa. No podrás dejar de verlo. “Mira… yo he cantado de todo: amores, desamores, historias bonitas… pero hay cosas que nunca he contado. Hoy quiero hacerlo.” Así, con esa elegancia que lo caracteriza, Gilberto Santa Rosa, a sus 63 años, rompió el silencio y habló como nunca antes. Detrás del “Caballero de la Salsa” hay polémicas, traiciones y rivalidades que pocos imaginaban. Desde su natal Santurce, Puerto Rico, hasta los escenarios más grandes del mundo, ha vivido éxitos… pero también heridas profundas. Mencionó enfrentamientos con colegas del género, roces con otros artistas que lo envidiaban, rumores de celos artísticos, e incluso confesó los momentos en los que quiso abandonar todo. “Tú sabes que la salsa es un género sabroso, pero también tiene veneno… y yo me lo he bebido todo, en copa fina”, dijo entre risas, dejando al público helado. Gilberto Santa Rosa, el que con su voz melódica hizo que más de uno se enamorara, y con su carácter fuerte, también más de uno se alejara. Así que ponte cómodo, porque esta entrevista no es cualquier cosa: es una confesión con tumbao, con fuego, y con toda la verdad detrás del caballero. “Mira, yo siempre he sido un tipo tranquilo… elegante, sí, pero no santo. La gente me ve con corbata, con sonrisa, con ese swing de galán caribeño, y piensan que no tengo historia… pero hermano, detrás de ese caballero hay muchas batallas.” “He ganado más premios que anuncios hay en Navidad, pero también he perdido amigos por el camino. En esta industria, el talento no siempre basta… a veces hay que tener piel dura y alma limpia para no volverte loco.” Con su voz pausada, pero con la verdad saliendo a borbotones, Gilberto recordó sus inicios en Santurce, cuando era solo un chamaquito con ritmo en las venas: “Yo tenía doce años cuando armé mi primer grupo… éramos un corillito de locos, pero la pasión era de verdad. Yo cantaba pa’ conquistar a una chamaquita, imagínate tú… y mírame ahora, sigo conquistando, pero con música.” Desde los 14 años, la historia cambió: el trompetista Mario Ortiz lo escuchó y lo llevó a grabar por primera vez. Ahí empezó la leyenda. Luego vino La Grande, dos años de fogueo, sudor y salsa de verdad. “Ahí fue donde aprendí que esto no es solo cantar bonito, es vivir la música… es pararte en tarima con respeto, con clase, pero también con fuego. Por eso me dicen el Caballero, no porque sea perfecto, sino porque nunca perdí mi esencia.” Entre risas confesó que no todo fue dulzura: “He tenido mis encontronazos, mis decepciones… y sí, hay cinco artistas que no soporto, y voy a decir por qué. Porque ya a esta edad, uno no tiene que quedar bien con nadie.” “Yo vengo de una familia sencilla, trabajadora, de esas que te enseñan a ganarte las cosas con esfuerzo. Mi viejo era dibujante de planos, y mi mamá, imagínate tú, una de las primeras operadoras de computadoras IBM en Puerto Rico. Ninguno de los dos era músico, pero siempre me apoyaron, siempre creyeron en mí.” “En mi adolescencia ya yo estaba metido de lleno en el ambiente musical de la isla. Puerto Rico siempre ha tenido ritmo en la sangre… y yo me empapé de eso: de la salsa, de los tambores, del son afroantillano.
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