Fingí dormir después de sospechar que mi esposo me drogaba — lo que hizo después aún me persigue
Автор: Cronicas de un Matrimonio
Загружено: 2025-08-12
Просмотров: 384
Описание:
El vaso tiembla en mis manos, el té de manzanilla desprende un aroma dulzón que me revuelve el estómago. Es el mismo té que Esteban me ha preparado cada noche durante los últimos ocho meses, con esa sonrisa suya que antes me hacía sentir en casa y ahora me eriza la piel. El líquido ámbar brilla bajo la luz tenue de la lámpara, y aunque parece inofensivo, esta noche algo en mí se resiste a beberlo. No es solo el sabor, que siempre me deja un regusto amargo en la lengua; es la forma en que me despierto cada mañana, con la cabeza embotada, los recuerdos fragmentados y moretones en los brazos que no puedo explicar. Esta noche, no soy la misma Daniela que confiaba ciegamente en su esposo. Esta noche, voy a descubrir qué está haciendo Esteban cuando piensa que estoy dormida.
Me llamo Daniela Vargas, tengo 28 años y vivo en una casa de estilo colonial en el barrio de San Isidro, en una ciudad costera del Pacífico mexicano. Hace cuatro años, Esteban me conquistó con su carisma, sus promesas de un futuro juntos y esa manera suya de hacerme sentir que el mundo giraba a mi alrededor. Era el hombre perfecto: contador exitoso, atento, el tipo que te abre la puerta del coche y te escucha cuando hablas de tus sueños. Pero algo cambió. No sé cuándo empezó exactamente, tal vez hace un año, cuando las noches comenzaron a desvanecerse en un borrón de sueños que no podía recordar. Me despierto con el cuerpo pesado, como si hubiera corrido un maratón, y él siempre está ahí, con esa mirada suya, fría, calculadora, observándome como si fuera un rompecabezas que necesita descifrar.
La taza descansa ahora en la mesita de noche, junto a mi libro abierto, una novela de misterio que no he podido avanzar porque siempre me "quedo dormida" antes de terminar un capítulo. El cuarto está en penumbra, las cortinas de lino ondean con la brisa salada que entra por la ventana. Todo parece perfecto: las fotos de nuestra boda en Puerto Vallarta, colgadas en la pared, nuestras iniciales bordadas en las almohadas, el espejo antiguo que compramos en un mercado de antigüedades. Pero esta perfección es una mentira. Lo siento en los huesos, en la forma en que mi corazón late desbocado cuando escucho los pasos de Esteban acercándose por el pasillo.
—Tu té, amor —dice Esteban, entrando con una bandeja de madera tallada. Su voz es suave, pero hay algo en su tono, una nota de control que nunca noté antes. Es alto, con el cabello oscuro empezando a encanecer en las sienes, y esa sonrisa que solía derretirme ahora me parece un disfraz.
—Siempre tan atento —respondo, forzando una sonrisa mientras tomo la taza. El líquido está más turbio de lo normal, como si algo no se hubiera disuelto del todo. Mi pulso se acelera, pero mantengo la calma, fingiendo un sorbo largo. El borde de la taza roza mis labios, pero no dejo que el té toque mi lengua. En cambio, lo sostengo en la boca, dejando que se enfríe mientras él me observa desde el borde de la cama.
—¿Cómo te sientes hoy? —pregunta, su mano descansando en mi rodilla, un gesto que antes me reconfortaba pero que ahora me hace querer gritar—. ¿Sigues con esos mareos?
Inspirado por:
I Pretended to Sleep After Suspecting My Husband Drugged Me — What He Did Next Still Haunts Me
Повторяем попытку...
Доступные форматы для скачивания:
Скачать видео
-
Информация по загрузке: